Cerros en Santiago distintos al Manquehue

Cerros en Santiago distintos al Manquehue

Muchas veces hemos escuchado que “Santiago es feo”, que “no hay nada que hacer” o que las actividades al aire libre aquí “son monótonas” y que el paisaje “siempre es el mismo”.

Pero nosotros estamos convencidos de que eso no es cierto. Por el contrario, creemos que Santiago es una de las capitales más impresionantes del mundo: emplazada en un valle rodeado de montañas, muchas de las cuales esconden glaciares en su interior, especialmente en las zonas de los Andes Centrales y el Cajón del Maipo.

A la izquierda una foto de la Cordillera de los Andes en Santiago. A la derecha una fotografía de una calla de Vancouver

A la izquierda una fotografía de la capital chilena con el fondo de la Cordillera de Los Andes y el cruce del Río Mapocho por Chalo Gallardo. A la derecha, una postal de las calles de Vancouver, una de las ciudades más lindas del mundo, fotografiada por Caroline Ross.

 

Por eso preparamos esta guía con mucho cariño, para que puedas descubrir la gran variedad de cerros que existen en la Región Metropolitana, junto con datos prácticos y consejos útiles para disfrutarlos al máximo… pero de una manera entretenida:

Iremos actualizando este blog a medida que visitemos nuevos lugares, porque queremos entregarte recomendaciones basadas en nuestra propia experiencia. Así que te invitamos a guardarlo en tus favoritos y seguirnos en Instagram, donde iremos compartiendo cada nueva aventura.

Importante: subir cerros y montañas implica ciertos riesgos, por lo que es fundamental que te prepares adecuadamente para cada salida. Lleva el equipo necesario, infórmate bien sobre la ruta y recuerda que la dificultad es relativa: siempre es mejor partir con recorridos más fáciles e ir avanzando progresivamente.

Cerro Alto de Las Vizcachas

Vista desde el Cerro Alto de Las Vizcachas a la izquierda. A la derecha, datos e información de la ruta.
Este Cerro es un punto ideal para quiénes ya se sienten cómodos/as con el clásico Cerro Manquehue, y buscan algo un poquito más desafiante, con vistas de la Sierra San Ramón y comenzar a sumergirse en el paisaje de la precordillera.

Este sendero forma parte de la Asociación Parque Cordillera, por lo que se debe pagar una entrada de $3.450, la cual puedes adquirir a través de Punto Ticket. Para agilizar el proceso, te recomendamos comprar tu entrada con anticipación desde este [enlace], seleccionando el acceso por el que comenzarás la ruta.

En nuestro caso, comenzamos por el acceso del Parque San Carlos de Apoquindo. Para llegar, primero debes ingresar al Estadio y seguir por el camino principal (sin doblar a la izquierda) hasta llegar al estacionamiento más alto. Desde allí, al continuar caminando, verás a mano derecha una señal que indica el ingreso al parque.

El sendero bordea primero unas canchas de fútbol, luego unas de pádel, y finalmente continúa por un camino de tierra que te llevará directamente hasta la portería del Parque.

Validamos la entrada y comenzamos por un sendero muy bien señalizado, que parte con tramos suaves y planos, ideales para entrar en calor. A lo largo del recorrido veremos varias bifurcaciones, por lo que es importante estar atentos a la ruta o, idealmente, llevar un mapa físico o digital en una app como Gaia GPS.

Poco después, cruzamos un pequeño desnivel con escalones que descienden suavemente, dando paso a una etapa en la que el camino se vuelve mayoritariamente en subida. A medida que avanzamos, el protagonista del paisaje será el bosque esclerófilo de la zona central, acompañado de vistas privilegiadas de Santiago y de la imponente Sierra de Ramón, que comienza a mostrarse con mayor claridad.

A mitad de camino nos encontraremos con el Morro de Las Papas, otra ruta que describiremos más adelante, pero que en este punto sirve como excelente parada para descansar y disfrutar de una espectacular vista de la ciudad, especialmente después de la lluvia, cuando el aire está limpio y se aprecian claramente el Manquehue y Manquehuito.

Desde allí, retomamos el sendero con una pendiente progresiva, alternando con algunos tramos menos pronunciados, hasta llegar a la última subida: la más exigente del recorrido. Aquí conviene estar atentos, ya que dependiendo de las condiciones de los días previos, podrías encontrar barro o incluso algo de nieve.

Al alcanzar la cumbre, te espera una de las vistas más privilegiadas de la Sierra de Ramón. De izquierda a derecha, se distinguen claramente los cerros Provincia, San Ramón, Punta de Damas, La Cruz y Minillas. 

Además del paisaje, encontrarás un espacio perfecto para descansar y reflexionar: el Santuario de los Cedros, un monumento construido por Don Alejandro Cabrera en memoria de su hijo Fernando. En 2014, plantó allí cuatro Cedros del Líbano, símbolo de vida y esperanza, transformando este lugar en un homenaje íntimo y conmovedor.

Puedes ver más información sobre este homenaje en este [link]

 

Cerro Canoitas

Foto del equipo Kuntur en la cumbre del Cerro Canoitas. A la derecha información de la ruta.

 

El Cerro Canoitas es una tremenda alternativa para probar un desafío un poco más exigente en Santiago, teniendo unas vistas espectaculares de la ciudad y El Plomo.

Para llegar, debes dirigirte por Camino a Farellones hasta encontrarte con la bifurcación que está un poco antes de las curvas y aquí tomas el camino a mano izquierda que es en camino hacia la Mina Los Bronces (antes, La Disputada).

Muy cercano al sector de La Palomera, conocido por sus paredes de escalada, tendremos una puerta para su ingreso (está bien marcado el acceso en Google Maps si buscas Cerro Canoitas).

Desde su comienzo hasta el final, el camino es casi en su totalidad pura subida, alternando en tramos más empinados que otros, pero que se hacen muy amenos gracias a las espectaculares vistas.

Partimos con una vegetación baja, característica en sectores altos y dando la espalda al imponente Cerro Manchón, que junto a las cumbres aledañas de una sensación de inmensidad y belleza incomparable que solo puede transmitir nuestra cordillera que se emplaza a pocos minutos de la ciudad.

A medida que avanzamos, nos topamos con varias especies de aves, incluyendo grandes Cóndores que desfilan por los cielos. También, tenemos la opción de observar líquenes de roca de colores verdosos y anaranjados, una especie que es resultado de la simbiosis entre un alga y dos hongos, que habitualmente se desarrolla en sectores con aire limpio, lo que nos da el alivio de estar alejados por un rato de la contaminación industrial.

Vista a las montañas

Ya más cerca de la cumbre, aumenta la inclinación de la pendiente, y en nuestro caso al estar en condiciones invernales, nos vemos enfrentados a un poco de hielo, por lo que optamos por ocupar crampones como medida de seguridad y así ir mucho más firmes y minimizando la posibilidad de resbalarse. Siempre es bueno tener en cuenta que los crampones tienen cuchillos, por lo que deben manejarse con cuidado y con una buena técnica de marcha.

Al llegar, disfrutamos de una vista 360 impresionante, donde pueden destacar el Cerro Cortadera al Norte, el Manchón, Plomo y Leonera al Este, la ciudad hacia el Oeste (donde se puede distinguir claramente la diferencia de altura entre Manquehue y Manquehuito) y finalmente hacia el sur se pueden ver algunos cerros de la Sierra San Ramón.

La cumbre presenta un buen momento para disfrutar un café, comer algo y conectarse con la naturaleza que nunca deja de impresionar.

A nuestra bajada, procedemos con cuidado, usando crampones en la parte con hielo pero muy atentos al caminos, ya que se nos vuelve a repetir un desfile de Cóndores para despedirnos de este increíble paseo.

 

Cerro Alto Del Naranjo

 

El Cerro Alto El Naranjo es una excelente y desafiante alternativa para sumergirse en la precordillera de Santiago y poner a prueba el estado físico en tramos empinados. Es además un punto intermedio en la ruta hacia el Cerro Provincia, y si bien no tiene una cumbre pronunciada, su "cima" es una meseta reconocida por la presencia de un imponente quillay de varios siglos de antigüedad.

Rutas de acceso:

Existen dos rutas principales para acceder al cerro, que difieren en distancia y desnivel acumulado:

  • Desde Puente Ñilhue: 7,6 km en total, con 840 metros de desnivel positivo.

  • Desde San Carlos de Apoquindo: 12,6 km en total, con 912 metros de desnivel positivo.

Aunque la ruta desde San Carlos tiene más desnivel total, al distribuirse en una distancia mayor, la pendiente general es más suave. Esta puede ser una buena opción si prefieres caminar más pero con menor inclinación.

Incluso hay quienes recomiendan subir por una ruta y bajar por la otra para tener una experiencia más completa.

Nuestra experiencia: subida por Puente Ñilhue

En esta ocasión optamos por la ruta desde Puente Ñilhue. Para llegar, hay que dirigirse al Parque Natural Puente Ñilhue, ubicado en el Camino a Farellones, a la altura del kilómetro 5. Ahí verás un pequeño desvío de tierra señalizado como "Cerro Provincia". Se avanza por ese camino hasta llegar a la administración del parque.

Si vas en auto, ten en cuenta que el camino es estrecho. Aunque está permitido estacionar en un costado, es fundamental no bloquear el paso a otros vehículos.

El parque es parte de la Asociación de Parques Cordillera, por lo que se cobra un ticket de entrada de $3.450. Puedes comprarlo con anticipación en su sitio web y validarlo en la entrada. También es obligatorio registrar la salida.

El ascenso

Desde la administración, se comienza la caminata pasando una puerta de piedra, y de inmediato se enfrenta una subida empinada, donde es necesario ayudarse con barandas y cadenas instaladas en el lugar.

Más arriba, el sendero se cruza con un camino vehicular. En este tramo es importante prestar atención: a la derecha se desvía hacia el Cerro Ñipas, pero para continuar hacia el Alto El Naranjo hay que seguir hacia la izquierda, bordeando una baranda de madera que anuncia una subida más pronunciada.

Poco después se llega al primer mirador, desde donde ya es posible apreciar el Cerro Provincia y reconocer especies como litres, quillayes y espinos. Con suerte, como nos pasó a nosotros, incluso se pueden observar águilas mora sobrevolando la zona.

A medida que se avanza, el sendero presenta algunos pasos más expuestos sobre rocas, pero con vistas espectaculares. En esta sección aparecen varias falsas cumbres, lo que puede generar confusión; sin embargo, el sendero termina en una amplia meseta, donde nos recibe el Gran Quillay.

El Gran Quillay

Este majestuoso árbol destaca por su tronco grueso, gran altura y copa frondosa, ideal para refugiarse del sol. Se estima que tiene más de 300 años, aunque no ha sido datado con precisión.

El quillay (Quillaja saponaria) es un árbol nativo de Chile y parte esencial del bosque esclerófilo. Su corteza contiene saponinas, compuestos naturales utilizados ancestralmente como detergente natural por pueblos originarios. Hoy en día, también tienen aplicaciones en la industria cosmética y farmacéutica, como adyuvantes en vacunas y productos de cuidado personal.

Visitar este ejemplar no es solo llegar al final del sendero, sino encontrarse con un símbolo viviente de la resiliencia y riqueza del ecosistema chileno.

 

Cerros Carpa + Conchalí

 

Los cerros Carpa y Conchalí pertenecen al denominado Cordón de Los Españoles, lo que significa que forman parte de una cadena montañosa secundaria, paralela a la gran Cordillera de Los Andes, sin ser parte de su eje principal.

Dentro de este sector, estos cerros destacan por su carácter precordillerano, su alto valor ecológico, la combinación de vistas hacia la ciudad y la montaña, y por ser una alternativa mucho menos transitada, ideal para quienes buscan una experiencia más tranquila y menos masificada.

Si bien cada cerro puede subirse de forma independiente, decidimos aprovechar su cercanía para conectar ambos. Es importante considerar que, aunque la dificultad técnica no es extrema, la exigencia aeróbica, la distancia y las horas de caminata representan un desafío considerable. En invierno, además, pueden presentarse tramos con hielo, lo que aumenta la dificultad técnica en ciertos sectores.

Para llegar al punto de partida, nos dirigimos al Club Ecuestre de La Dehesa, donde previamente pedimos autorización para ingresar por los portones y estacionar, ya que, según averiguamos, esto puede ser un potencial problema logístico. Avanzando por el camino de tierra, encontramos a mano izquierda un acceso peatonal que coincide con la ruta marcada en la app Gaia (recomendamos llevarla descargada para evitar desviarse).

Dado lo anterior, comenzamos la subida a las 08:00 AM, ya que en invierno la falta de luz representa un riesgo adicional. Por lo mismo, llevábamos linternas frontales, suficiente agua (no hay fuentes en el camino) y un pequeño almuerzo para la jornada.

Al continuar, bordeamos un corral de madera, y desde ahí comienza una subida que zigzaguea por el bosque esclerófilo de la zona. Más adelante, el sendero se vuelve más claro, recto y con pendiente moderada, ofreciendo amplias vistas de praderas y montañas, acompañadas por grandes especies de cactus que decoran el paisaje.

Seguimos avanzando y nos topamos con una bifurcación que, aparentemente, conecta con otro acceso desde el Club Santa Martina. En ese punto, nosotros tomamos el desvío a la derecha, para continuar hacia las cumbres del cordón.

En este tramo, la subida continúa de forma constante, y se empieza a notar cómo la vegetación se vuelve más baja a medida que ganamos altitud. Nos encontramos con un hito significativo: los restos de una avioneta del Club Aéreo del Personal del Ejército, que se estrelló en septiembre de 1983, terminando con la vida de las cinco personas que iban a bordo (Ivan Siminic, 2013).

Ahí hicimos una pausa breve y nos preparamos para continuar. A partir de aquí comienza a aparecer algo de nieve, y el camino toma forma de “S” para sortear la pendiente de forma más progresiva. Observamos algunas personas haciendo parapente y otras en bicicleta, lo que le dio un carácter muy dinámico a la ruta.

Luego llegamos a un sector plano, ideal para detenerse unos minutos y disfrutar de una tremenda vista del Cerro El Plomo, El Altar y otras cumbres andinas, que luego iremos observando desde distintas perspectivas.

Más adelante, enfrentamos la pendiente más exigente del circuito, que en nuestro caso estaba cubierta de hielo, por lo que fue necesario colocarnos crampones para avanzar con mayor seguridad.

Al superar esta sección y avanzar un poco más, divisamos la cumbre del Cerro Conchalí a nuestra izquierda y la del Cerro Carpa a la derecha, lo que nos revitalizó y motivó a continuar hacia nuestro primer objetivo.

Desde ese punto, la vista ya es espectacular: hacia un lado se extiende la ciudad, y hacia el otro, la imponente Cordillera de Los Andes. Hicimos una pausa, tomamos unas fotos, preparamos un café y repusimos energías para continuar.

Mirando hacia el este, se alza nuestro objetivo final: el Cerro Carpa, que esconde una pequeña “trampa visual”, ya que antes de llegar a la verdadera cumbre, se distinguen tres falsas cumbres, lo que exige preparación mental para no desmotivarse.

Seguimos avanzando por un terreno empinado y nevado, disfrutando de una panorámica sorprendente, atravesando el cordón montañoso de lado a lado, acercándonos cada vez más a los Andes centrales.

Al llegar a la cumbre del Cerro Carpa, la vista es impagable: a nuestros pies se forma un valle nevado, y a lo lejos se aprecian cumbres aledañas al Plomo, como el Nevado Juncal y el Cerro Bismarck.

Hicimos una pausa larga para almorzar y disfrutar del entorno.

Dado lo avanzado del día y las horas limitadas de luz, iniciamos el regreso por la misma ruta, pero evitando volver a subir al Conchalí: lo bordeamos por la izquierda. Aun así, el sendero seguía regalando momentos inolvidables, como un grupo de cóndores sobrevolando el cielo y, en particular, un espectáculo increíble: una pareja de cóndores adultos posados en una roca, observando a un juvenil que volaba por el sector. Un verdadero regalo para cerrar la jornada.


Finalizamos el descenso con un atardecer espectacular, cuidando de tener suficiente agua y comida para mantener la energía durante las largas horas de caminata. La sombra de la montaña se proyectaba a lo largo del valle, mientras descendíamos por un sendero que, a pesar del cansancio, se hace ameno y gratificante hasta el final.


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